El elefante

En general suele relacionarse al elefante con la buena memoria, y estudios realizados por la Universidad de Sussex en Kenia, dirigidos por la doctora Karen McComb, parecen confirmarlo. Estudiando las comunicaciones entre elefantes del Parque Nacional Amboseli, en Kenia, los investigadores llegaron a la conclusión de que estos animales eran capaces de reconocer la llamada de más de cien individuos diferentes[cita requerida]. Al parecer, estos sonidos, similares a un gruñido agudo, pueden servir para identificar a los demás individuos y formar parte de una red social relativamente compleja.
Otros estudios, dirigidos también por Karen McComb, confirmaron la capacidad de los elefantes de reconocer los restos de cadáveres de su misma especie, prestando especial atención a los correspondientes a miembros de su manada, que al parecer distinguen por su olor. Cuando se encuentran con estos restos parecen rendirles un particular homenaje póstumo, tocándolos con sus trompas y pezuñas. Sin embargo, ante huesos de otras especies su indiferencia es total.
Mucha gente piensa que los elefantes tienen miedo a los ratones. En realidad, lo que ocurre es que los elefantes tienen una mala visión: sus ojos están a los lados de la cabeza, lo que hace que no puedan distinguir con claridad cualquier cosa pequeña que se mueva delante de ellos. Esto hace que no soporten las sorpresas o los movimientos bruscos y cuando se acerca un ratón se ponen nerviosos y un poco agresivos.
Se cree que existen «cementerios de elefantes», ya que se han encontrado restos de elefantes en una misma zona, muy cerca uno de otro, lo cual es un mito. Lo que sí ocurre es que antes de morir, los elefantes, por instinto, buscan el agua, por lo que muchos mueren cerca de ella y próximos unos de otros.

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